3 Padres

Reverendo Jay Donahue es un sacerdote católico originario de Pittsburgh, Pensilvania, profundamente dedicado al servicio pastoral de las comunidades latinoamericanas.

Aunque con humor afirma que proviene de una “familia pequeña”, por parte de su papá sus abuelos tuvieron 13 hijos, 84 nietos y más de 170 bisnietos… ¡y la familia sigue creciendo!

Después de catorce años de formación, fue ordenado sacerdote el 23 de diciembre de 2006. Vivió ocho años en la Ciudad de México, experiencia que marcó profundamente su vida y su ministerio. Con cariño, suele decir que se siente “más chilango que gringo”.

El Padre Jay expresa un enorme agradecimiento a las familias latinas, especialmente por su amor a Jesús en la Eucaristía, su devoción a la Virgen María y su fidelidad a los santos, en particular a San José. Le conmueve la manera en que las posadas y la Navidad se celebran con el corazón centrado en el Niño Jesús, en la familia, la alegría y la fe, más que en las compras o las figuras comerciales.

Amante de los viajes y la naturaleza, disfruta visitar sitios santos y realizar excursiones de mochilero, maravillándose ante la creación de Dios. En su tiempo libre apoya con entusiasmo a sus equipos favoritos: los Steelers y los Penguins de Pittsburgh, y el Cruz Azul de México. Además, tiene una profunda admiración por Tchaikovsky y Caravaggio.

Aficionado a la cultura latina, confiesa su gusto por las pupusas, el guacamole, los tacos al pastor, las enchiladas suizas, el agua de jamaica y el café de olla.

Sus frases bíblicas favoritas reflejan la sencillez y profundidad de su fe:

• “El Señor es mi pastor, nada me falta.” (Salmo 23)
• “Jesús lloró.” (Juan 11, 35)

Reverendo Manuel Avilés, OFM Cap, es un sacerdote franciscano capuchino originario de El Salvador. Fue ordenado sacerdote el 6 de junio de 2016 en Pittsburgh, Pensilvania. Actualmente sirve en el Ministerio Latino de la Diócesis de Pittsburgh, donde acompaña con alegría, cercanía y profunda dedicación a la comunidad hispana.

Amante del deporte y la vida al aire libre, disfruta jugar fútbol, practicar ciclismo, esquiar y participar en diversas actividades recreativas. Como buen salvadoreño, siente un cariño especial por las pupusas; sin embargo, también se deleita con los tacos mexicanos, las arepas venezolanas y colombianas, los tostones puertorriqueños y la gastronomía peruana. En realidad, aprecia con entusiasmo todos los sabores que reflejan la riqueza cultural de Latinoamérica.

Sus frases habituales —“Estoy bendecido”, “Nos vemos en la Eucaristía” y “El límite de la misericordia es sin límites”— expresan su espíritu alegre, su fe profunda y su compromiso con el mensaje evangélico. Su pasaje bíblico preferido es Jeremías 1:5, texto que inspira de manera constante su vocación y su servicio al pueblo de Dios.

El Padre Manuel tiene una devoción especial por la Coronilla a la Divina Misericordia. Entre los pilares que sostienen su vida espiritual destacan su amor por las Sagradas Escrituras, la Renovación Carismática Católica y su comunidad religiosa capuchina, fundamentos que fortalecen su ministerio y su entrega cotidiana.